
Un fin de semana donde el regalo de Dios se manifestó en la llovizna, las estrellas en el firmamento, el amanecer fresco con aroma a vida y paisajes que serán el recuerdo del Campamento Marista de los Azufres, Mich., que fue el espacio de intercambio de juegos, cantos y oración; congregó a jóvenes de ocho ciudades, que junto a un entusiasta equipo de papás, maestros y hermanos maristas, hicieron posible esta experiencia que permitió sembrar un mensaje de esperanza, una invitación a tener un corazón atento a lo que la humanidad necesita.
Un fin de semana de reflexión y ideal para hacer nuevos amigos y tener un encuentro con Jesús a través de la oración que animó varios momentos de este encuentro y que posibilitó construir compromisos, manifestar sueños, mostrar signos de gratitud con lo valioso que nos brinda la vida.
Un fin de semana donde el Corazón del joven dio sentido a la realidad del mundo hoy en día y la importancia de tener los sentidos atentos para no acostumbrarse a la violencia, dolor y destrucción que parecieran ser tan comunes.
Un fin de semana que unió colegios hermanos, donde el carisma de Marcelino contagia y motiva a que estos espacios sigan siendo la posibilidad de sembrar la semilla esperanza para salir junto con María a llevar el mensaje de Jesús hacia nuevas tierras.
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